Cuánta incertidumbre cuando dejas de creer en el azar. Soportar la mediocridad. Contenerse ya no es suficiente -¿somos lo que comemos?- y me esperan treinta años de mala suerte. En dónde residí todo el tiempo. Tal vez en la calle por la que atravesé para rescatar ese papel o la casa de lodo en medio del desierto. No lo había percibido: ya pasó sobre mí un siglo. Entonces, ¿por qué me siento como nueva y todo me sorprende?
Abrí las piernas lo mismo que abrí la cabeza -¿los llené de vicio o de incoherencia?-, desde entonces me declaro inocente.
-sí señor, aquí estoy y cuídemela mucho.
-te esperaba para que me pervirtieras.
-¿yo?
-decídase por el número 8, nunca pida el 7.
Alicia tan primitiva, algo dice –no has fallado.
Abrí las piernas lo mismo que abrí la cabeza -¿los llené de vicio o de incoherencia?-, desde entonces me declaro inocente.
-sí señor, aquí estoy y cuídemela mucho.
-te esperaba para que me pervirtieras.
-¿yo?
-decídase por el número 8, nunca pida el 7.
Alicia tan primitiva, algo dice –no has fallado.
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