viernes, enero 23, 2004

Desnudo la mitad de mi cuerpo y me enfrento a mi propia imagen. Veo e imagino lo que puede nacer por ese orificio rosa brillante; descubro que pujo para renacer y puedo malparirme. Tan sencillo como tomar una cubeta que lleve en su interior líquido y dejarlo caer. Tan simple como caminar por tres horas y sonreírle a él que me ve desde la acera de enfrente. Todos, tan crápulas como yo. Ellos, enterrados en sí mismos y en la ignorancia. Yo, sin tocar el agua.