El hechizo terminó y Twinka pasó a mejor vida. Lili no pensó en hacerle algún daño, sólo que no calculó su fuerza y al querer cargarla con su hocico la apretó demasiado, terminó enterrándole la costilla lo que le impidió respirar. Twinka se quedó dormida.
Twinka me recordó a mi abuelo cuando murió. Era un hombre de 1.85 de altura, de más de 80 años que terminó en la cama lleno de yagas por la falta de circulación. Cuando dejó de respirar yo estaba a su lado y recuerdo haber visto su boca abierta y sus cachetes amarillos colgando. Sus ojos cerrados parecían dormidos, no muertos.
El Rojo se estrelló contra un muro de contención del anillo periférico. Adentro en su ataúd le taparon todo el cuerpo y dejaron la mitad de su rostro maquillada, pues el resto estaba desfigurado. Fui de las pocas que se asomaron, y aunque su color angel face de ponds tono canela cubría los moretones, su rostro no parecía muerto, estaba dormido.
No pude dormir por velar el sueño de mi hermana y el de mi sobrino que lloraron como magdalenas por la muerte de Twinka. Pensé en mi abuelo y el Rojo; al primero no lo lloré, ya había vivido lo suficiente para descansar en paz; al segundo lo lloré de coraje por pendejo; y pensé en qué sucedería conmigo con la muerte de mi madre y cómo sería y cómo sentiría ella cuando eso ocurriera.
-Es curioso, mis amigos se referían a Twinka como mi hija, yo pensé en ella como compañerita de juegos – no entiendo el por qué de la insistencia y lo manipulado del término “instinto maternal”, después sencillamente me dormí.
Twinka me recordó a mi abuelo cuando murió. Era un hombre de 1.85 de altura, de más de 80 años que terminó en la cama lleno de yagas por la falta de circulación. Cuando dejó de respirar yo estaba a su lado y recuerdo haber visto su boca abierta y sus cachetes amarillos colgando. Sus ojos cerrados parecían dormidos, no muertos.
El Rojo se estrelló contra un muro de contención del anillo periférico. Adentro en su ataúd le taparon todo el cuerpo y dejaron la mitad de su rostro maquillada, pues el resto estaba desfigurado. Fui de las pocas que se asomaron, y aunque su color angel face de ponds tono canela cubría los moretones, su rostro no parecía muerto, estaba dormido.
No pude dormir por velar el sueño de mi hermana y el de mi sobrino que lloraron como magdalenas por la muerte de Twinka. Pensé en mi abuelo y el Rojo; al primero no lo lloré, ya había vivido lo suficiente para descansar en paz; al segundo lo lloré de coraje por pendejo; y pensé en qué sucedería conmigo con la muerte de mi madre y cómo sería y cómo sentiría ella cuando eso ocurriera.
-Es curioso, mis amigos se referían a Twinka como mi hija, yo pensé en ella como compañerita de juegos – no entiendo el por qué de la insistencia y lo manipulado del término “instinto maternal”, después sencillamente me dormí.
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