El momento más feliz de mi vida fue cuando me senté en un árbol que casi estaba quemado, la vista daba a la montaña y el cielo se tornó violeta con rojos y algunos tintes azules. Me abracé al árbol y sentí una seguridad impresionante, me sentí fuerte, el árbol comenzó a darme calor. El cielo y el suelo parecían no tener mucha distancia entre sí. Escuché música de no sé donde y al fondo el grito de Nacho.
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