En mi vida únicamente he padecido dos veces de dolor físico y sentimental: me deprimí y me encerré tres meses sin salir de mi habitación, sólo de la recámara a al baño y a la cocina, asomada por la ventana todo el día, sin visitas, ni libros, ni música, ni nada; engordé y me rapé, lloré todo el tiempo todos los días hasta que mi madre entró muy enojada y me dijo que si no salía me sacaba a la fuerza. La segunda cuando me enfermé de epatitis A y el que me la pegó (yo lo cuidé cuando se enfermó, por eso me contagié) se fue a Mérida sin visitarme, tardé un mes en aliviarme y al principio me dolia todo el cuerpo, no podía caminar mucho y sin salir. Bajé de peso y quedé pálida, pálida. Al cumplir la cuarentena me fui a Coyoacan con mis amigos a festejar mi salida, al tipo jamás lo perdoné.
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