lunes, enero 20, 2003

Desde que coloqué los espejos pequeños en el baño, he movido el más grande de un lado para otro. Ya he dicho que me gusta jugar con mi cuerpo desnudo e imaginar un montón de cosas. Estaba en la esquina de una calle cualquiera muy cerca de un puesto de periódicos, cuando vi la revista: "Desnudos Victorianos", la abrí, sentí una alegría tan grande que pagué la revista y llegué a mi casa corriendo para pararme frente al espejo y, con revista en mano, comenzar a quitarme poco a poco la ropa. Si el cabello me midiera metro y medio más, si mi casa destapizada fuera . . . si mis ojos se compararan con los de aquellos rostros. Adoro mi cuerpo por su volúmen, a mi piel por suave y mi cara es aún generosa conmigo. No sé, quizás con el tiempo mi cuerpo se convierta en un clásico universal.