Ayer en una pequeña plática con Poncho, pensé en mis fiestas de cumpleaños de la infancia hasta la fecha. En realidad he tenido pocas fiestas de cumpleaños. Mi mamá una vez alquiló payasos e invitó a niños con los que no me llevaba, obviamente ella se llevaba de pelos con los papás y mamás de los niños. Después, por razones que no vienen al caso, las fiestas dejaron de hacerse y yo disfrutaba las mañanas cumpleañeras llenitas de felicitaciones por parte de mi mami y mis hermanas que me cantaban las mañanitas acompañadas con la dulce voz de Pedro Infante. En mi adolescencia dejé de festejar. Ya un poco más entrada en años y en una peda con viejos amigos, decidí que volvería hacer fiestas para celebrar el natalicio de la Toti.
La “Fiesta de excesos” ha sido hasta ahora mi mejor fiesta. Me divertí como enana y me atasqué como grande. Entré a mi cuartito y estaba lleno de globos y serpentinas. En el tocador, encontré mi primer regalo: una línea de coca que medía como 15 cm de largo por .50 de ancho. Hubo mota, éxtasis, cajas de caguamas, vino blanco y carne tártara (mi favorita y que por cierto nadie tragó). Llegó un amigo que la hizo de proveedor exclusivo, todo para que los invitados no salieran de la casa a conseguir. Divertido. Ni más ni menos.
La siguiente fiesta fue extraña, acabé chillando y perdí a una amiga, pero los demás me parece que la pasaron bien. No he vuelto a tener alguna otra fiesta, mis festejos son particulares: un concierto, un gusto compartido con la primera persona que me llame.
Llega pronto mi cumpleaños número 30 y no quiero hacer una fiesta. Lo que quiero es estar con los amigos que quieran estar conmigo, sin carotas, con buenas vibras, no me interesa ser pretexto para una peda en la que yo tenga que limpiar y no quiero estar encerrada.
Quiero correr, comer bombones quemados, estar al aire libre, pachequear y chupar, quiero acampar cerca de una laguna. Elías me dice que le encanta la idea ... los que quieran llegarán.
La “Fiesta de excesos” ha sido hasta ahora mi mejor fiesta. Me divertí como enana y me atasqué como grande. Entré a mi cuartito y estaba lleno de globos y serpentinas. En el tocador, encontré mi primer regalo: una línea de coca que medía como 15 cm de largo por .50 de ancho. Hubo mota, éxtasis, cajas de caguamas, vino blanco y carne tártara (mi favorita y que por cierto nadie tragó). Llegó un amigo que la hizo de proveedor exclusivo, todo para que los invitados no salieran de la casa a conseguir. Divertido. Ni más ni menos.
La siguiente fiesta fue extraña, acabé chillando y perdí a una amiga, pero los demás me parece que la pasaron bien. No he vuelto a tener alguna otra fiesta, mis festejos son particulares: un concierto, un gusto compartido con la primera persona que me llame.
Llega pronto mi cumpleaños número 30 y no quiero hacer una fiesta. Lo que quiero es estar con los amigos que quieran estar conmigo, sin carotas, con buenas vibras, no me interesa ser pretexto para una peda en la que yo tenga que limpiar y no quiero estar encerrada.
Quiero correr, comer bombones quemados, estar al aire libre, pachequear y chupar, quiero acampar cerca de una laguna. Elías me dice que le encanta la idea ... los que quieran llegarán.
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home