miércoles, octubre 09, 2002

Suena el teléfono cerca de las 11:30 de la noche, es mi madre –ya llegaste- me dice, -sí ya llagué- le respondo mientras veo la cara del chico que me acompaña esta noche, le sale una sonrisita burlona porque él adivina de quien se trata cuando escucha mi plática, converso con ella aproximadamente cinco minutos y al colgar la bocina se hace un largo silencio…

Todas las madres deben morir –bruja, bruja, bruja, mi madre también es una bruja- me dice el muchacho mientras sacamos los preservativo y las pastillas anticonceptivas.


J. yo también te amo